Al principio, te sentarás lejos de mi, yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de mal entendidos. Pero cada día, podrás sentarte un poco más cerca, si vienes a una hora exacta.
Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, descubriré el precio de la felicidad. Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón ..
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